Zaira Arria, refugiada en La Guariya desde hace más de 12 años por el derrumbe de su hogar, clamó a los entes gubernamentales para que limpie estos espacios. “”Esto es horrible, cuando llueve más. Yo he llamado más de tres veces a los cuerpos de los bomberos para que vengan a sacar culebras de acá”. Vecinos denuncian total abandono de los espacios
Las otrora plazas turísticas Alonso de Ojeda y La Guariya, situadas en el sector Valle Frío, a escasos kilómetros de la Vereda del Lago y que alguna vez sirvieron de espacios para caminar, tomar fotografías, jugar con patines y observar el estuario zuliano, hoy no son más que un reflejo del abandono y del vandalismo.
Oscuridad, maleza, basura y hasta culebras ocupan sus espacios. Los residentes de los siete edificios y vecinos de las viviendas encuentran a las cercanías de estos lugares, se han visto obligados a buscar alternativas más lejanas a sus hogares para compartir tiempo en familia, debido al estado de desatención en el que se encuentran las plazas.
La Plaza La Guariya, ubicada entre los edificios Punta Azul y Faraya, recordada por ser una parada del Tranvía hace más de siete años por sus emblemáticas letras corpóreas de Maracaibo, hoy solo es visitada por personas inconscientes que acuden en automóvil a tirar sus desechos.
Este espacio de la ciudad, que se encuentra encima del Cerro Leonardi de la avenida El Milagro y que conecta con la misma vía por medio de una escalera, era un lugar donde cientos de personas acudían a diario a tomarse fotografías. Hoy, no queda “ni la sombra”; las letras fueron desincorporadas y en su lugar quedó maleza.
No obstante, los más afectados no son los vecinos, sino una señora que, por motivos ajenos a su voluntad, reside dentro de una de las tres estructuras cerradas que existen en el espacio público, la cual anteriormente servía como un salón ecológico donde se brindaban cursos y clases.
Zaira Arria, refugiada en La Guariya desde hace más de 12 años por el derrumbe de su hogar anteriormente ubicado también en el sector Valle Frío, al Este de la ciudad, denuncia el mal estado de este lugar y la indecencia de ciudadanos que, ajenos a la plaza, la utilizan para botar su basura.
Arria conversón con Versión Final sobre su vida en este recinto de esparcimiento. Indicó que, desde su llegada, le ha sido prometido por distintos entes gubernamentales que será reubicada en algún hogar, promesa que no ha sido cumplida. La señora actualmente trabaja en la Alcaldía de Maracaibo, ente al que ha reiterado esta solicitud y de la cual espera una respuesta satisfactoria.
Destacó que el lugar cuenta con escasa iluminación nocturna y reseñó las precarias condiciones de vida en las que se encuentra. Ella misma brindó un recorrido a este medio de comunicación para que se diera a conocer el estado en que se encuentra el área donde se encuentra.
En primera instancia, explicó que los pocos bombillos que existen en el lugar es porque ella los ha comprado. Por otro lado, dentro de la estructura donde duerme, no existe servicio de gas, ni agua, ni cuenta tampoco con paredes que separen los espacios. Unas sábanas tendidas dividen el dormitorio de ella, su hija (con su esposo) y su nieta.
Aquí no tengo agua, yo tengo que estar comprando cisterna y cuando no tengo, tengo que estar pidiendo en los edificios un tobo para bañarme, para poder ir a trabajar. Esto no está habilitado para vivir uno, pero (dice la alcaldía) que me van a reubicar, ¿Cuándo me van a reubicar si tengo 12 años aquí?”, dijo. Añadido a eso, la limpieza del lugar, del cual se ocupaba ella también, lo ha sido más posible hacerlo desde que sufrió un infarto.
Agregó que una sus preocupaciones más grandes es una pequeña niña, su nieta, a quien la protege de sujetos extraños que se han acercado en la noche para dormir en las áreas no techadas.
Han hecho caso omiso, ya no hallo con quien hablar (…) Esto ahora es una guarida, se me están metiendo dos tipos en el hueco del desagüe que da por las escaleras, a dormir ahí. Mi bebé empieza a dar gritos que hay unos tipos extraños”, expuso con preocupación.
Para finalizar, solicitó a los entes gubernamentales “que se apiaden” de su situación. “Esto es horrible, cuando llueve más. Yo he llamado más de tres veces a los cuerpos de los bomberos para que vengan a sacar culebras de acá. Ojalá esta entrevista le llegue al corazón de cada uno, porque aquí viven somos seres humanos“.
Alonso de Ojeda
Por otro lado en la plaza Alonso de Ojeda, justo al frente de la Plaza La Guariya, las paredes desconchadas por falta de pintura se ha convertido en parte de su estética desde hace años.
Antes era una plaza que se podía habitar, se podía recrear, se podía traer a los niños, ahora está abandonado, lo que se encuentra es delincuencia. Le pedimos a las autoridades competentes que nos ayuden a recuperar esta plaza junto con los vecinos y la gente de los edificios para colaborar (cada uno) con un granito de arena”, expuso María Eleonor Sánchez, quien trabajó en el mantenimiento del lugar durante 16 años, por parte de las anteriores gestiones de la Alcaldía.
Entre ambas plazas, existe una conexión “histórica”. La plaza Alonso de Ojeda fue creada en memoria del conquistador homónimo, quien en vida se casó con una indígena conocida como “La Guaricha/La Guariya”, que al quedar viuda, lloraba desconsolada por su pareja.
En su honor, la plaza Alonso de Ojeda tenía una escultura de la indígena Guariya acostada en el suelo llorando, símbolo representativo de este espacio público. Hoy, no se encuentra más que su rastro. “La india Isabel, que en religión es india Guariya, aquí estaba ubicada. Se la llevaron, creo que para la Casa de la Cultura o se la robaron. Ella murió llorando junto a la tumba de Alonso de Ojeda, su esposo”, comentó Sánchez.
