Dos zulianos, que residen en Ecuador, cuentan sus experiencias y temores en el marco de la crisis de seguridad que afronta la nación gobernada por Rafael Noboa, quien declaró la guerra a las organizaciones criminales que siembran el caos.
Tensión. La crisis de seguridad en Ecuador, tras la toma -en Guayaquil- del canal TC de Televisión en plena transmisión en vivo, sacudió al mundo y de manera permanente a la diáspora venezolana en ese país. Daniel Noboa, presidente de la nación, decretó la existencia de un “conflicto armado interno” y ordenó a las Fuerzas Armadas ejecutar acciones.
Yo estaba almorzando, casualmente viendo ese canal cuando sucedió todo”, detalla Antonio Zambrano, zuliano especialista en el área de los seguros que reside desde hace tres años en ese país. “Me recordó a la intentona de Hugo Chávez cuando la toma de Venezolana de Televisión con Diosdado Cabello y Jesse Chacón. Afortunadamente el gobierno intervino rápido y los neutralizó”, detalla el criollo.
El padre de dos jóvenes venezolanos con quienes migró y vive, asegura que la violencia viene escalando muy rápido en el país. En su opinión, las organizaciones criminales, principalmente los narcotraficantes, pugnan por mantener el control de las prisiones y apuestan por tratar de dinamitar al país para tratar de evitarlo. “Muchos dicen que estas mafias tenían convenios con Rafael Correa, en su gobierno”, agrega.
La inestabilidad es muy grande. Zambrano asegura que el lunes, en su hogar, relativamente tranquilo y seguro, al sur de Quito, se estremeció el lunes. “Los vidrios de las ventanas quedaron temblando”, precisa al referirse al incendio de un vehículo que contenía dos bombonas de Gas Licuado de Petróleo en el sector de San Luis de Chillogallo. Ese evento con similitudes a los registrados durante años en Colombia con los “coches bombas”, activó al gobierno, que inicialmente decretó toque de queda en todo el país.
Otra de las razones para tomar esta decisión, fue la fuga en prisión de Adolfo Macías, “Fito”, jefe de la banda Los Choneros, considerada una de las facciones criminales más peligrosas de Ecuador. Al inspeccionar su celda en la cárcel del Litoral de Guayaquil en la que purgaba una condena de 34 años desde el 2011 por delincuencia organizada, narcotráfico y asesinato, los funcionarios no lo encontraron. Más de 3.000 uniformados lo buscaron sin éxito en los tejados y hasta en las alcantarillas del penal.
Pese al escenario complejo, algunos creen en las medidas que ejecutan desde el alto poder.
Le tenemos fe al presidente Noboa quien, a diferencia de Rafael Correa, dijo que no va a negociar con organizaciones terroristas. Si algo puede resultar determinante en esta guerra es que la Asamblea Nacional que suele oponerse a las decisiones del gobierno, avala su posición. Nos gusta mucho este país. Aquí hemos crecido profesionalmente”, detalla Zambrano, quien hoy labora con una fundación de altos estudios.
Desde el inicio de la más reciente crisis se cuenta una decena de muertos, entre ellas dos policías asesinados a tiros en Nobol, según informaron medios locales ecuatorianos.
Incertidumbre al máximo
Reinaldo Romero, diseñador gráfico marabino, acababa de llegar de visitar a su familia en los Estados Unidos cuando se registraron incursiones armadas en el canal de televisión y en algunas universidades. Quedó en shock. “De inmediato pensé. ‘Debí quedarme y dejar todo botado aquí”. No lo hizo por una razón extremadamente poderosa. Su hijo. Romero y su familia viven en Guayaquil, la segunda ciudad del país y la más violenta.
La Oficina Internacional de las Migraciones precisa que en Ecuador habría 502.214 venezolanos. El zuliano recuerda que en Venezuela vivía en un estado de alerta todo el tiempo.
Cuando me vine a Ecuador poco a poco eso fue desapareciendo. En los buses veía a la gente utilizando el teléfono sin miedo, caminaba a altas horas de la noche sin ningún problema y veía a los demás hacer lo mismo, ahora desde un tiempo para acá, la situación me recuerda mucho a lo peor de Venezuela y una de las razones por las que decidí migrar”, sostiene.
Romero afirma que hay un silencio en la ciudad que le recuerda a los días de la pandemia. “Los niños pasaron a modalidad virtual y algunos trabajos que pueden pasaron a también a remoto. Colegas de mi esposa que es médico en un hospital quedaron encerrados en sus lugares de trabajo hasta casi la noche de ayer”, añade.
La inestabilidad política y económica de los últimos años ha terminado de convertir a Ecuador, considerado en su día como un diamante en bruto de América Latina, en el país más violento de toda la región. El año 2023 cerró con unas 7.600 muertes violentas, lo que equivale a una tasa de más de 40 asesinatos por cada 100.000 habitantes.
La tasa se dispara en ciertas provincias. Regiones como Guayas y Esmeraldas, son consideradas el epicentro de la criminalidad. En el barrio de Nueva Prosperina, en Guayaquil, el índice de homicidios asciende a 114 muertes por cada 100.000 habitantes, según fuentes oficiales citadas por el diario ‘El Universo’. “Guayaquil está peor que Caracas y Maracaibo cuando emigré con mi familia hace 7 años”, compara Romero.
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