El ser humano no está solo, pertenece a un conglomerado social en donde debe relacionarse necesariamente con otros. La convivencia es la coexistencia física y pacífica entre individuos o grupos que ocupan un espacio, debe tener una base sólida sustentada en valores tales como el respeto, la tolerancia y la solidaridad que definen el comportamiento de cada individuo. Existen varios tipos de convivencia dependiendo del espacio que ocupan, por ejemplo la convivencia familiar, la convivencia escolar, la convivencia democrática y la convivencia social.
Este artículo se refiere a la convivencia social, donde se desenvuelven las personas en una constante y diaria conexión con otros siendo el respeto, pilar fundamental para el desarrollo y bienestar de la sociedad, entre las personas, las cosas y el medio en el cual vivimos y desarrollamos nuestras actividades diarias.
Convivir, va de lo amplio a lo estricto, porque formamos parte del mundo, de un país, de un estado, de un municipio, de una parroquia, de una comunidad y de una familia. Sin embargo, la educación del hogar es fundamental para sembrar valores que nos permitan desenvolvernos y relacionarnos bien con los demás. Nuestra conducta nos define, es influyente y esencial para una convivencia en paz. Vivir en armonía es una tarea individual que va a incidir en lo colectivo.
Una sana convivencia comienza por respetarse a sí mismo y a los demás, dignificando la condición humana e involucra la necesidad de que todos los seres humanos sean tratados por igual, gozando de los derechos fundamentales que de ellos derivan. La no discriminación es la garantía de igualdad de trato entre las personas sin importar nacionalidad, edad, sexo, color, discapacidad, religión, condición social, entre otros. Crear consciencia y entender que no existen personas con más o menos valía es elemental para una convivencia equilibrada. Así mismo, el respeto por las opiniones de los demás, encontrando las vías conciliatorias mediante una comunicación asertiva nos permite relacionarnos de forma positiva incluso para encontrar soluciones proactivas. A continuación presento varios ejemplos de conductas negativas que inciden en lo colectivo y por ende afecta la convivencia: El vecino que sube al máximo el volumen del equipo de sonido sin importar que moleste a los demás, la viveza del que no respeta una cola, el ciudadano que bota la basura en la vía publica causando caos y más contaminación, el conductor que no respeta el semáforo poniendo en riesgo la vida de los peatones, las vecinas que para resolver algún problema se agreden e insultan o el joven que no cede su asiento al adulto mayor, son algunos comportamientos comunes pero anárquicos y altamente dañinos que afectan la convivencia.
Convivir sanamente nos permite tener una sociedad más justa y equitativa desde los valores para desarrollarnos como buenos ciudadanos procurando el buen ejemplo a las nuevas generaciones, visualizando una mejor sociedad donde prive el respeto, la igualdad y la solidaridad, dando a conocer cuáles son nuestros valores y costumbres, siendo nuestro comportamiento nuestra mejor carta de presentación.
Abg. Nilmary Boscán Maldonado