Reportaje de El Independiente, medio español, revela que antes de ser extraditado a EE.UU., “El Pollo”, bautizado así por Hugo Chávez, su mentor y guía en la Fuerza Armada, habría ofrecido además información clave sobre los vínculos de Podemos con el gobierno bolivariano. Audiencia española investiga.
Hugo Carvajal fue apodado ‘Pollo’ en su etapa militar y fue su tocayo, el expresidente de Venezuela Hugo Chávez, el que le mantuvo el alias en tono cariñoso. En sus últimos días en la cárcel de Estremera, en Madrid, España, buscaba mantenerse en forma y corría -a pesar del calor de la capital- unos 5 kilómetros al día.
Confiado en que su lucha en los tribunales daría sus frutos y negado en cualquier negociación con “los americanos” en todo este tiempo, ni Carvajal ni su familia esperaban la forma en la que se precipitaron los acontecimientos esta semana. El martes por la noche la Policía lo fue a buscar a la celda y lo subieron a un avión rumbo a Estados Unidos donde se enfrenta a cadena perpetua.
El Independiente, medio español, realizó un reportaje sobre sus últimos días en una cárcel de Estremera, en la capital española.
Carvajal ingresó en el ejército en 1982 y fue miembro del Partido Socialista Unido de Venezuela. Pronto alcanzó altos cargos en el Ejército bajo el mandato del expresidente Chávez -de quien se convirtió su mano derecha- hasta llegar a ser el jefe de la Inteligencia militar durante, nada menos, que 13 años (entre 2004 y 2011).
Pocos saben más de las entrañas del chavismo.
Tras la muerte del gran líder revolucionario de Venezuela en 2013, ya nada volvió a ser lo mismo para Carvajal. “Él era un hombre de Chávez”, explican quienes le conocen. El 5 de febrero de 2019 apoyó públicamente a Juan Guaidó como legítimo presidente de la república venezolana ante su desafección política que sintió por la gestión de Nicolás Maduro. La consecuencia fue inmediata: lo expulsaron del país y lo acusaron de traición.
Periplo
Carvajal voló primero a Trinidad y Tobago, luego a República Dominicana y el 18 de marzo de 2019 ingresó en España con otra identidad. Se ha deslizado la idea de que se la proporcionara el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), si bien otras fuentes aseveran que, en realidad, se trató de una identidad concedida por Venezuela a este tipo de cargos sensibles que han ocupado un puesto tan importante en el Estado. Su esposa, fiel inseparable de él, lo acompañó a Madrid con todos sus hijos.
La DEA y el fiscal de Nueva York estaban tras él. Los cargos: «conspiración de narcoterrorismo», «conspiración para importar cocaína», «posesión de ametralladoras y dispositivos destructivos en apoyo de un delito de narcotráfico» y conspiración para lo mismo.
Además de amigos, conocidos venezolanos y su familia, Carvajal recibía continuas visitas en prisión de distintos abogados. De hecho, una de sus hijas y su esposa lo eran y se encargaban minuciosamente de consensuar cada uno de sus pasos. Su defensa ha pasado por distintas manos y varias a la vez y los abogados han mostrado una absoluta destreza a la hora de recurrir in extremis cada vez que una resolución parecía que lo subía ya a un avión para cruzar el charco. “Nunca había visto una extradición como esta en la Audiencia Nacional”, comenta una fuente del órgano. Tenía también un letrado en Ginebra que le llevaba el proceso en el TEDH.
Su defensa alegaba que todo estaba construido en «razones puramente políticas», que su acusación solo «refería una conducta muy genérica» sin mencionar fecha o lugar específico en relación a la comisión de los delitos y que además la mayoría de ellos ya habrían pre-escrito. Igualmente alegaron que estaba siendo acusado de delitos militares, lo que impediría su extradición en base a la Ley española. Pero nada de esto valió.
La primera vez que la Audiencia Nacional accedió a su extradición, Carvajal se «fugó». Fugarse entre comillas porque nunca salió de Madrid, pero supuestamente la Policía no logró localizarlo en casi dos años. Finalmente, fue la DEA la que dio las coordenadas exactas y una noche entraron en su piso, tiraron la puerta abajo y le hicieron fotos esposado.
Los vínculos de Podemos
Salía al patio de Estremera a correr cada día y no era muy de escuchar la radio. Se entretenía más viendo la tele y leyendo las noticias de su caso, aunque terminó muy descreído con la prensa española porque pensaba que manipulaban sus palabras.
Carvajal inició una breve colaboración con la Justicia cuando fue detenido tras su periodo en paradero desconocido pensando que así, quizás, podía quedarse en España. Contó cómo el régimen bolivariano financió supuestamente a Podemos y el juzgado de instrucción número 6 de la Audiencia Nacional abrió una investigación por ello que luego la Sala de lo Penal cerró por ser excesiva.
Habló también de una testaferra venezolana por la que, actualmente, hay una causa abierta bajo secreto en el órgano, así como de la actividad de Juan Carlos Monedero que también está en el foco de otra causa bajo secreto. «Todo lo que dijo ‘El Pollo’ se ha ido demostrando cierto», dice una fuente de la Audiencia. Nada de esto ayudó a que el venezolano estuviera ni un día más en Madrid.
Arturo Pérez Reverte fue de los últimos autores que leyó en el módulo para Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en la cárcel. Allí hizo amistad con policías y funcionarios condenados. E incluso compartió un breve lapso de tiempo espacio con José Manuel Villarejo, el comisario más famoso de la Audiencia Nacional. Pero «sabía qué tipo de persona era».
La mañana del miércoles de esta semana su familia recibió una llamada de la embajada americana diciéndole que fuera a recoger las cosas que quedaban en el centro penitenciario. ‘El Pollo’ se había marchado sin poder avisar a nadie. Ni siquiera sus abogados supieron que se lo iban a llevar.
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